De París a Algeciras



De París a Algeciras


Se cumplen 2 semanas del incendio y posterior derrumbe de parte de la catedral de Notre Dame, llevándose también una parte de la memoria cristiana de Europa. 

Acostumbrados a ver este tipo de catástrofes culturales detrás de desastres naturales, como sucedió en la ciudad italiana de Amatrice, cuando el terremoto devastó la ciudad, o en Katmandú, donde otro movimiento sísmico de 7,8 destruyó este enclave patrimonio de la humanidad. También lo podemos ver tras acciones terroristas. Los talibanes destruyeron los budas afganos de Bamiyán en 2001 y en el 2015 la macabra sombra del ISIS arrasó la ciudad de Palmira. Un enclave arqueológico, el más rico de Medio Oriente en cuanto a arqueología preislámica, a través de bombas y la sangre de sus ejecuciones. 

Ahora es noticia la destrucción parcial de un maravilloso patrimonio artístico, como es la catedral gótica de Notre Dame, por culpa (a priori) de un fallo humano. 

Estamos ante una pérdida de patrimonio brutal, sin ninguna duda, es un desastre ver como una joya del gótico y su célebre aguja se desplomaban pasto de las llamas. Unas llamas que se originaban a media tarde y se apagaban al día siguiente. El voraz fuego arrasó parte de la estructura, desde el tejado del ábside de la catedral, los rosetones de menor tamaño, toda la cubierta principal hasta la ya nombrada aguja de madera, causante de los mayores daños al derrumbarse, por suerte, los tesoros del templo no fueron dañados. 


El templo vivió los daños colaterales de la Revolución francesa, las balas durante la liberación del año 1944 y cuando en los años 50 un pequeño organismo transportado a través del aire atacó el monumento más visitado de todo el mundo. 
Pero no resistió a los fallos del hombre alentados por una mala conservación del patrimonio, esa conservación que en ocasiones vaticina lo que va a pasar.
La Iglesia avisaba de que necesitaba la colaboración del gobierno francés y el ayuntamiento para la restauración, pero por malentendidos económicos terminó pidiendo auxilio financiero a organizaciones estadounidenses.
¿Cómo se pueden tener malentendidos económicos cuando estamos hablando del patrimonio mundial? Esa es la pregunta que mucha gente se hace. Notre Dame no es simplemente un tesoro del estilo gótico, es un tesoro de Francia, de Europa, de la humanidad.

Tienen que pasar grandes desgracias para que la gente se de cuenta de las carencias que algunos enclaves culturales padecen.
En 2018 el Museo Nacional de Brasil quedó reducido a escombros y cenizas tras ser pasto de las llamas y todo el mundo entró en ira al ver destruido un 90% del patrimonio brasileño que allí se conservaba, entre ellas piezas de valor incalculable. Esa ira de la población era descargada contra los responsables de patrimonio y el gobierno brasileño, por ver que no había recursos para asegurar el museo.

Aquí en España, afortunadamente, no hemos tenido grandes catástrofes por fallos humanos, pero sí tenemos una carencia enorme en la conservación del patrimonio en algunos lugares, y es raro debido a que el turismo, gracias a nuestra gran oferta cultural, es uno de los motores principales de nuestra economía.
Algeciras, como cualquier ciudad del sur de España, ha visto por sus calles a decenas de pueblos que arrollan con su cultura. Pero es aquí donde se antepone las construcciones y el dinero fácil y rápido al patrimonio histórico. También hay que decir que tantos pueblos se han ido destruyendo unos a otros, pero el que actualmente lo hace somos nosotros. Saltarse las leyes y construir encima de ruinas está a la orden del día, conservarlo entre poco y nada también. Y estas fotos lo demuestran.

Aquí vemos unas ruinas de salazón romanas que en cualquier ciudad estarían adecentadas y expuestas al público.




Su estado actual: 




Hay ejemplos para aburrir, a lo largo de la ciudad hay decenas de restos de murallas olvidadas o sin atención.


Murallas medievales catalogadas como bien de interés cultural y patrimonio histórico de España en este estado: 




Restos más modernos como los búnkers de la Guerra Civil y protección frente a Gibraltar se desvanecen degradándose ante actos vandálicos.

Es difícil gestionar tantísima historia, eso sin duda. Pero el simple hecho de adecentar un hallazgo no supone nada, por simples tonterías se han puesto placas explicando mentiras en algunas calles de España…

En lo que estamos de acuerdo es en la gran riqueza cultural que posee España, y que por desgracia le da esa soberbia de poder despreciar algo de menor tamaño frente a lo que ya estamos acostumbrados a contemplar. También está el factor económico, es evidente que hay que anteponer cosas y aquí llama la atención la cantidad de dinero que se ha destinado en Francia para la restauración de su joya, teniendo en cuenta que hay 8 millones de personas en riesgo de pobreza.

Cualquier pérdida es una mala noticia, desde el destrozo en una restauración como pasó en el teatro romano de Sagunto o el castillo de Matrera, catalogadas como chapuzas nacionales, hasta la mala intención, como al realizar pintadas reivindicando motivos sociales en diversas partes de la catedral de Santiago de Compostela, un acto miserable que ya cataloga a la persona.

En resumidas cuentas para concluir, como bien dicta Manu Brabo, fotoperiodista ganador del premio Pulitzer al que tuve el honor de escuchar, «La pérdida de patrimonio en la ciudad vieja de Alepo no es menos dramática que la quema de parte de Notre-Dame en términos de historia del arte. Aún así, no hemos sido interpelados de la misma manera. Por desconocimiento y por no haber sido testigos de la espectacularidad de su destrucción» relató en esta entrevista al diario El Mundo

Y es que la degradación del patrimonio no se salva ni el Banco de España, nunca mejor dicho.

Pared del Banco de España fotografiada el pasado 9 de marzo








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